El proyecto se desarrolló en una parcela inclinada gradualmente hacia la playa, protegida por las colinas circundantes las cuales enmarcan una impresionante vista de la puesta de sol sobre el mar Egeo. La casa funciona como una hélice que gira en torno así misma y sobre la piscina, talladando el paisaje y deslizándose por la pendiente. La hélice se conforma mediante una serie de volúmenes de similar escala e importancia creando una secuencia de espacios protegidos tanto interiores como exteriores. Las relaciones entre estos espacios: habitaciones, patios, terrazas, y las vistas que se abren hacia el paisaje crean un ambiente íntimo y de ocio activo. La interacción de los diferentes espacios con el paisaje existente, produce una rica variedad de experiencias espaciales. El gesto en espiral de la hélice es también una forma de ocultar el edificio dejando el protagonismo que se merece al entorno en el que se encuentra el proyecto.
Fotografias: Erieta Attali & Kyle Gudsell
