El cliente quería una casa en el centro tradicional del pueblo, sobre las viviendas de su madre y hermana. Aprovechando las posibilidades de su privilegiada ubicación, por encima de las construcciones vecinas, la vivienda plantea una particular forma de relacionarse con su entorno próximo. Inmersa en un denso tejido urbano evita abrir huecos directamente en fachada como hace el resto de sus vecinos, para así dirigir su mirada a lo largo de las calles, permitiendo así vistas lejanas que se pierden en las cercanas sierras situadas en el Sur y en el Este. Aparentemente ajena a todo lo que le rodea el proyecto tampoco pretende renunciar a lo másico y a la intromisión de las construcciones tradicionales de la zona. Frente a la colección de estancias que proponen las viviendas vecinas, la casa crea un espacio único y complejo que entrelaza diferentes niveles interiores y exteriores, entendiendo los planos de la cubierta como una prolongación natural de la vida interior. Un complejo interior inundado de luz, que el cliente llenará de música y donde todavía se esconden muchos secretos.
Fotografías: Jesús Granada