Esta vivienda se sitúa en una ladera de montaña, con acentuada pendiente, en un área rural de Asturias. Sobre el conjunto de la antigua vivienda y establo se plantea una nueva casa totalmente contemporánea pero que al mismo tiempo respeta y dialoga con los elementos históricos, el paisaje y los materiales propios de la zona. Así conviven en perfecta armonía hierro y hormigón blanco con piedra local y madera desgastada. En planta baja las relaciones entre los distintos espacios de la casa son fluidas, como una secuencia, sin particiones, gracias al escalonamiento que se ha realizado. Mientras que en la planta superior las habitaciones vuelcan a dobles y triples alturas que consiguen aportar amplitud espacial a la vivienda. Los dos volúmenes de piedra y hormigón que forman la envolvente se perforan estratégicamente para hacer que el paisaje del valle también forme parte del interior de la vida de la casa.
Fotografias: Miguel de Guzmán