El pasado y el presente de la cultura arquitectónica balear se conjugan en este magnífico ejemplo de restauración y ampliación de vivienda unifamiliar en España.
Localizada en la zona oeste de la isla de Formentera, el proyecto Can Manuel de’n Corda, de los arquitectos Daniel Redolat y Marià Castelló, es una rehabilitación y ampliación de una vivienda típica de la isla, manteniendo y potenciando las particularidades de la edificación y del paisaje próximo.
El sencillo volumen preexistente, de muro de mampostería tradicional de la zona y cubierta a dos aguas, se extiende de manera que, a pesar de agotar los parámetros del planteamiento urbano, no desvirtúa la vivienda existente, ni altera el entorno inmediato. En la casa original se han ubicado los espacios más públicos de la vivienda (sala de estar, comedor, cocina y terrazas), mientras que la nueva edificación, que alberga los dormitorios, busca las visuales hacia el noroeste, donde se divisa el islote de Es Vedrà.
Al interior, la preexistencia y la nueva edificación dialogan mediante un sugerente contacto que permiten diferenciar claramente una de la otra. Los muros de piedra con mortero de cal de la vivienda existente, cobran un especial protagonismo, ya que la restauración se ha realizado utilizando un reducido número de materiales: mortero blanco para los paramentos exteriores e interiores, madera maciza de iroko para las vigas y la carpintería, hormigón pulido combinado con microcemento gris claro y piedra caliza natural para los pavimentos y materiales naturales del entorno para diferentes acabados (pérgolas de caña, grava ocre obtenida de triturar la piedra de los alrededores, etc.). El mobiliario se ha ejecutado en muchos casos en obra, como una parte más de la arquitectura de la vivienda, y los paramentos y muebles de la cocina y los baños se han realizado en el mismo microcemento del pavimento, para dar una continuidad a los mismo con el plano horizontal del suelo. En el resto de muebles conviven clásicos del diseño mediterráneo con diseños tradicionales de madera de iroko y esparto, realizados por artesanos locales.
La vegetación, aunque se ha respetado buena parte de la existente, se ha completado con vegetación autóctona, que necesita muy poco mantenimiento.
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