El deseo de una pareja de recién casados a punto de jubilarse es desplazar su hogar al límite urbano de un pequeño pueblo. Este proyecto se ha querido evaluar a partir de lo doméstico, qué condiciones de habitabilidad y expectativas eran confrontadas con las experiencias y deseos de los clientes. Las conversaciones llevaron a una duplicidad de intereses: por un lado aquellos referidos a la manejabilidad, formatos de uso y representación que están asociadas a las de un piso urbano convencional; por otro lado, la búsqueda de una vida desenfadada y activa, ligada al exterior, que se aproxima bastante a una “vida salvaje”. El proyecto se desarrolla a partir de dos viviendas elevadas una planta sobre el nivel del suelo para ganar las vistas del valle y los olivos. La primera es una pieza rectangular de construcción convencional, deudora de las ideas del proyecto moderno. Al salir por la fachada sur, se accede a la segunda vivienda: una plataforma de geometría irregular que se pliega para crear diferentes ámbitos. Así, la vivienda, evita disolver los límites entre las formas de vida rural y urbana, encontrando un contenedor único que las iguala.
Fotografías: Luis Díaz Díaz